LA MUJER ROMANA
La familia en Roma era un grupo de personas bajo la tutela del pater familias que tenía derecho sobre la vida y muerte de todos los miembros, aunque la mujer puede llegar ser mater familias siempre y cuando sea de buenas costumbres.
Este poder podía se dividía en:
-manus: sobre la esposa y las esposas de sus descendientes.
- patria potestas: sobre los descendientes.
- dominica potestas: sobre esclavos y esclavas.
La mujer, sin embargo, no pertenecía a la familia sino estaba casada ad manus.
Las mujeres peor paradas en Roma eran las esclavas que eran consideradas objetos y no sujetos de derecho, puesto que, además de tener los peores trabajos, debían complacer a sus dueños en sus relaciones extra matrimoniales.
Las esclavas no.
Podían casarse aunque sí podían unirse a otro esclavo, unión llamada contubernium.
Los hijos libres, al nacer, eran depositados a los pies del padre que podía levantarlos, señal de aceptación, o dejarlos donde habían sido puestos con lo cual quedaban abandonados a su propia suerte. A las hijas, cuando nacían, si el padre no quería exponerlas, se debía dar orden explícita de alimentarlas. Según la ley, el primogénito se salvaba de la exposición. Las expuestas, si no morían, eran recogidas por otras familias como inversión puesto que al llegar a su juventud eran vendidas como esclavas o como prostitutas. Las niñas eran confiadas a esclavas, niñeras y amas de cría. Éstas se encargaban de su crianza. De la educación se encargaban profesores que iban a su casa. Así pasaban de la infancia a la juventud en la que pronto se casaban. Esta es la imagen de la hija de C. Minucio Fundano, muerta cuando estaba a punto de casarse, muchacha amable y bien educada, que nos da Plinio el Joven.
El matrimonio tenía en Roma distintos nombres: coniugium, matrimonium, connubium, consortium. Para que el matrimonio sea valido hacen falta cuatro condiciones:
-la pubertad: capacidad fisiológica para poder tener hijos. En las mujeres doce años y catorce en los hombres. La víspera de la boda la novia recogía sus juguetes y los consagraba a un dios (Venus, los Penates domésticos, la Fortuna Uirginalis,...), luego dejaba sus vestidos de niña y se vestía el traje nupcial: una túnica blanca que llegaba hasta los pies (regilla) y un cinturón que la ceñía con un nudo especial (nodus Herculeus). La casa se adornaba con guirnaldas y flores. La novia se hacía un peinado especial y se echaba un velo que no cubría el rostro excepto en ciertos momentos. A la novia la acompañaba una matrona que sólo había conocido a un hombre (uniuira). El padre de la novia realizaba un sacrificio para consultar los auspicios. Si estos eran favorables, los dioses bendecían la unión. Se firmaban los testimoniales del contrato matrimonial en presencia de diez testigos. La matrona (pronuba) unía las manos derechas de los esposos y un niño, entre ambos, que sostenía una antorcha, personificaba al dios Himeneo. Se realizaba un sacrificio de un buey o de un cerdo y después se celebraba la cena nupcial en casa de la novia. Por último, se acompañaba a los novios a la casa y la novia era raptada del brazo de sus padres de forma fingida, como ocurría en Grecia. Tres jóvenes, cuyos padres estuvieran vivos, llevaban junto a la esposa el huso, la rueca y una antorcha de espino blanco encendida en casa del padre de la novia.
Los acompañantes la levantaban para que no tocara el umbral con el pie y el marido la recibía entregándole el agua y el fuego, símbolos del hogar. Al entrar, la novia rezaba a los dioses de su nueva casa. El cortejo se disolvía y la pronuba conducía a los recién casados a la alcoba. Allí daba unos últimos consejos a la novia y se marchaba. Al día siguiente, la novia ya era considerada matrona.
Finalmente el rito acababa en una comida a la que asistían sólo los más íntimos de ambas familias, en la casa del novio. Los efectos del matrimonio son evidentes desde el primer día:
- la esposa participa de la condición social del marido pero no pierde su cualidad de plebeya o de liberta, si es que lo es cuando se casa con un patricio.
- el marido controla la dote y, si hay separación, no está obligado a devolverla. La dote es habitual y, si la joven no la lleva al matrimonio, es como si fuera una concubina o una abandonada, por ello si su padre no tenía para dotarla, pedía a parientes y a clientes. La dote podía ser devuelta al padre o a la mujer si el matrimonio se disolvía. Si la mujer poseía dinero no tenía obligación de entregarlo todo como dote y podía reservarse alguna cantidad. La situación de la mujer cambiaba radicalmente desde ese momento y entraba en una nueva dinámica que suponía una mayor pérdida de independencia, como por ejemplo el hecho de que a partir de ese instante tenía prohibido beber vino y abortar sin el consentimiento de su marido.
Los esposos se debían fidelidad. El adulterio era castigado de forma más grave en las mujeres que en los hombres. El matrimonio con el paso del tiempo se convirtió en una relación paritaria entre marido y esposa. Ambos tenían que estar de acuerdo y esta relación no cesaba nunca a no ser que el marido pronunciara la famosa frase tuas res tibi habete (llévate tus cosas) con la que el matrimonio acababa, aunque la esposa podía divorciarse siempre que quisiera, lo que representaba una igualdad en este campo sin precedentes en la historia antigua.
Este poder podía se dividía en:
-manus: sobre la esposa y las esposas de sus descendientes.
- patria potestas: sobre los descendientes.
- dominica potestas: sobre esclavos y esclavas.
La mujer, sin embargo, no pertenecía a la familia sino estaba casada ad manus.
Las mujeres peor paradas en Roma eran las esclavas que eran consideradas objetos y no sujetos de derecho, puesto que, además de tener los peores trabajos, debían complacer a sus dueños en sus relaciones extra matrimoniales.
Las esclavas no.
Podían casarse aunque sí podían unirse a otro esclavo, unión llamada contubernium.
Los hijos libres, al nacer, eran depositados a los pies del padre que podía levantarlos, señal de aceptación, o dejarlos donde habían sido puestos con lo cual quedaban abandonados a su propia suerte. A las hijas, cuando nacían, si el padre no quería exponerlas, se debía dar orden explícita de alimentarlas. Según la ley, el primogénito se salvaba de la exposición. Las expuestas, si no morían, eran recogidas por otras familias como inversión puesto que al llegar a su juventud eran vendidas como esclavas o como prostitutas. Las niñas eran confiadas a esclavas, niñeras y amas de cría. Éstas se encargaban de su crianza. De la educación se encargaban profesores que iban a su casa. Así pasaban de la infancia a la juventud en la que pronto se casaban. Esta es la imagen de la hija de C. Minucio Fundano, muerta cuando estaba a punto de casarse, muchacha amable y bien educada, que nos da Plinio el Joven.
El matrimonio tenía en Roma distintos nombres: coniugium, matrimonium, connubium, consortium. Para que el matrimonio sea valido hacen falta cuatro condiciones:
-la pubertad: capacidad fisiológica para poder tener hijos. En las mujeres doce años y catorce en los hombres. La víspera de la boda la novia recogía sus juguetes y los consagraba a un dios (Venus, los Penates domésticos, la Fortuna Uirginalis,...), luego dejaba sus vestidos de niña y se vestía el traje nupcial: una túnica blanca que llegaba hasta los pies (regilla) y un cinturón que la ceñía con un nudo especial (nodus Herculeus). La casa se adornaba con guirnaldas y flores. La novia se hacía un peinado especial y se echaba un velo que no cubría el rostro excepto en ciertos momentos. A la novia la acompañaba una matrona que sólo había conocido a un hombre (uniuira). El padre de la novia realizaba un sacrificio para consultar los auspicios. Si estos eran favorables, los dioses bendecían la unión. Se firmaban los testimoniales del contrato matrimonial en presencia de diez testigos. La matrona (pronuba) unía las manos derechas de los esposos y un niño, entre ambos, que sostenía una antorcha, personificaba al dios Himeneo. Se realizaba un sacrificio de un buey o de un cerdo y después se celebraba la cena nupcial en casa de la novia. Por último, se acompañaba a los novios a la casa y la novia era raptada del brazo de sus padres de forma fingida, como ocurría en Grecia. Tres jóvenes, cuyos padres estuvieran vivos, llevaban junto a la esposa el huso, la rueca y una antorcha de espino blanco encendida en casa del padre de la novia.
Los acompañantes la levantaban para que no tocara el umbral con el pie y el marido la recibía entregándole el agua y el fuego, símbolos del hogar. Al entrar, la novia rezaba a los dioses de su nueva casa. El cortejo se disolvía y la pronuba conducía a los recién casados a la alcoba. Allí daba unos últimos consejos a la novia y se marchaba. Al día siguiente, la novia ya era considerada matrona.
Finalmente el rito acababa en una comida a la que asistían sólo los más íntimos de ambas familias, en la casa del novio. Los efectos del matrimonio son evidentes desde el primer día:
- la esposa participa de la condición social del marido pero no pierde su cualidad de plebeya o de liberta, si es que lo es cuando se casa con un patricio.
- el marido controla la dote y, si hay separación, no está obligado a devolverla. La dote es habitual y, si la joven no la lleva al matrimonio, es como si fuera una concubina o una abandonada, por ello si su padre no tenía para dotarla, pedía a parientes y a clientes. La dote podía ser devuelta al padre o a la mujer si el matrimonio se disolvía. Si la mujer poseía dinero no tenía obligación de entregarlo todo como dote y podía reservarse alguna cantidad. La situación de la mujer cambiaba radicalmente desde ese momento y entraba en una nueva dinámica que suponía una mayor pérdida de independencia, como por ejemplo el hecho de que a partir de ese instante tenía prohibido beber vino y abortar sin el consentimiento de su marido.
Los esposos se debían fidelidad. El adulterio era castigado de forma más grave en las mujeres que en los hombres. El matrimonio con el paso del tiempo se convirtió en una relación paritaria entre marido y esposa. Ambos tenían que estar de acuerdo y esta relación no cesaba nunca a no ser que el marido pronunciara la famosa frase tuas res tibi habete (llévate tus cosas) con la que el matrimonio acababa, aunque la esposa podía divorciarse siempre que quisiera, lo que representaba una igualdad en este campo sin precedentes en la historia antigua.
El divorcio
El matrimonio podía disolverse por varias razones:
- por muerte de uno de los cónyuges: el viudo podía casarse inmediatamente pero la viuda debía mantener luto durante diez meses como mínimo, a excepción de que el marido hubiera muerto condenado por un crimen. Si la mujer daba a luz durante este tiempo el compromiso se rompía. Sólo el princeps podía conseguir dispensa.
- por pérdida de ciudadanía, por cautividad, por desaparición o por deportación. El culto de las mujeres a las diosas dependía de su condición:
- las doncellas mantenían el culto a la Fortuna uirginalis.
- las casadas (matronae), el culto a la Fortuna primigenia de Preneste y dentro de las casadas, las uniuirae (mujeres de un solo esposo), el culto a la Fortuna muliebris o a la Pudicitia, que estaba reservada a las uniuirae patricias. Incluso las prostitutas participaban del culto de la Fortuna uirilis. Otro culto protagonizado por mujeres era de las Vestales. Éstas estaban consagradas a Vesta, diosa virgen, treinta años durante los cuales no podían mantener relaciones sexuales so pena de ser sepultadas vivas en ceremonia pública. Además en estos años las Vestales quedaban libres de la patria potestas familiar pero entraban bajo el poder del Pontifex. En resumen, la religión oficial se oponía a la emancipación femenina y buscaba mantener el statu quo de la mujer antigua. Los nuevos cultos cambiaron algo la situación, en particular el de la egipcia Isis y posteriormente el cristianismo.
La mujer en la sociedad romana
Las mujeres no tenían nombre propio, o sea, praenomen, sólo tenían nombre gentilicio, nomen, (Gaia, Publia, Aula) y el familiar o apodo cognomen. No se sabe, en realidad, si no lo tenían o si no se quería que éste se pronunciara, ya que en los textos que conservamos prácticamente no se conserva el praenomen de ninguna mujer. El único momento del año en que las mujeres eran libres era durante los cultos báquicos, las Bacanales. En éstas las mujeres bebían vino, hecho prohibido para ellas, como hemos mencionado antes, y practicaban sexo tanto heterosexual como homosexual. La existencia de estas ceremonias demuestra que el papel de la mujer en el mundo romano era el de la procreación y la reproducción y no había lugar para el erotismo y el amor. De todas formas las Bacanales desaparecieron por orden del Senatus consultus de Bacchanalibus que las prohibió en el 186 a.C., debido al escándalo que suponían para la sociedad oficial romana.
La mujer romana participaba como dueña y matrona en toda la vida social de la casa. Sale libremente de compras por las tiendas, acompaña al marido a banquetes y recepciones. Le aconseja en sus decisiones, se le cede el paso en la calle, nadie puede tocarla ni citarla a justicia. Puede intervenir como demandante o como testigo en las causas criminales y asiste a los espectáculos públicos. En el año 1 a.C. se habla de una corporación de mujeres creada con fines religiosos y que tal vez existiera desde tiempos antiguos. No sabemos nada con respecto a la composición, organización y funciones, pero sí que tenía local propio en el Foro de Trajano donde se han encontrado inscripciones como éstas:
«La emperatriz Sabina, a las mujeres...»
«Julia, madre de emperadores (Caracalla y Geta) y de las tropas, lo ha
restaurado para las mujeres.»
La dignidad de la mujer romana está a años luz de la griega. En un principio era un modelo de austeridad, de fidelidad y de laboriosidad, pero con el paso del tiempo las costumbres fueron cambiando y así podemos ver distintos ejemplos de mujeres romanas que fueron famosas en su tiempo por muy diversas razones:
- durante la monarquía tenemos a:
-Lucrecia, que se suicidó tras ser violada por Sexto, el hijo de Tarquinio el Soberbio, y que provocó el fin de la monarquía.
- en la República destacamos a:
-Virginia que se negó a mantener relaciones con el decemuiro Apio Claudio, lo que originó el suicidio del padre de ésta y la expulsión del todos los decemuiros.
-Veturia y Volumnia: esposa y madre del traidor Coriolano, salieron al paso de éste, cuando marchaba al frente de los Volscos para destruir Roma y consiguieron que depusiera las armas.
-Cornelia, la madre de los Gracos, ha pasado a la historia como ejemplo de fidelidad a su esposo muerto. En clara contradicción con las leyes de carácter demogr áfico, que obligaban a casarse a las viudas pasado un tiempo de la muerte de su marido. Ésta se negó quedando como ejemplo de mujer de un solo hombre, por lo que se la llamó uniuira. Culta y refinada fue admirada por Cicerón.
Mujeres en la sociedad romana no fueron dadas mucho poder. Política y cambios eran el dominio de hombres. A decir verdad, los romanos tenían miedo a mujeres fuertes como reinas a menudo. Por ejemplo, los romanos no consideraban a Cleopatra favorablemente, temiendo que su Emperor Julius Caesar estaba bajo lo período esta reina extranjera. Otra mujer, Queen Boudicca, lleva ante una revuelta en Gran Bretaña. Todavía había veces en las que mujeres influyeron en el procedimiento político. Por ejemplo, en la época después del asesinato de Julius Caesar, los dirigentes políticos se centraron que en 1,400 mujeres ricas levantaran impuestos para su guerra. Hortensia, la hija de un abogado, habló contra el impuesto que causó que los gobernantes políticos gravaran a solamente 400 de las mujeres.
Las vidas de mujer variaban enormemente sobre la base de su puesto en la sociedad. Las mujeres que vinieron desde el nivel adinerado de la sociedad tuvieron gran parte de su trabajo diario hacer por esclavos. Un esclavo ayudaría lavar la cara del amo de sexo femenino, dar un masaje a ella con aceites olfateados, y pasar horas poniendo su pelo en rizos. Las mujeres adineradas gastarían gran parte de su days nacionalizar y planear su próximo espectáculo con sus amigos.
Pocas mujeres eran llevar una vida del ocio lo suficientemente afortunado. Mujeres eran a cargo de criar niños y empresa de mantener. Debido a que no había control de la natalidad en las épocas romanas, mujeres estaban a menudo embarazadas. Hombres dejarían la casa por la mañana para el trabajo hasta aproximadamente el mediodía, y luego gastan la tarde se relajar en los baños o un evento de espectáculo público. Cuando un hombre regresó a casa, esperó encontrar su casa en orden.
Mujeres tendrían que lavar ropa a mano semanalmente. La ropa fue lavada en un tarro grande con a type of jabón lo saber como lye. Serían colocados sobre arbustos o en el suelo para ser secados por el viento y el sol. Mantas grandes fueron llevadas a un arroyo local, mientras que artículos pequeños fueron lavados en uno bowl en la cocina. Mujeres ricas tendrían esclavos hacer todo lo trabajo, o llevarían la ropa a un tienda de lavado.
Mujeres también eran esperado guardar casa. Limpiaron la casa con escobas de ramita y cepillos hechos de los pelos de animal. El fuego y el aceite para lámparas eran la responsabilidad de las mujeres además de suministrar combustible para el fuego en los meses fríos. Buscar comida y elementos esenciales en el mercado local también estaba en la tarea diaria para many una mujer romana. Encima de estas responsabilidades, mujeres eran a cargo de hilaza girando y hacer ropa para la familia a mano.
Muchas mujeres también trabajaron en áreas fuera de la casa. En el campo, hombres eran a cargo del trabajo los campos y las cosechas. Mujeres fueron puestas a cargo de hacer queso, conservar en vinagre y lavar de lana. En las ciudades, mujeres trabajaron a menudo con sus artesanos maridos dirigir la tienda. Había un buen número de mujeres artistas, aunque el puesto no fue pensado en muy en la sociedad. Hay incluso un poco de pruebas de que mujeres podrían haber sido gladiadores ni siquiera a veces diferentes en la sociedad.
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